Los seres humanos nos caracterizamos y diferenciamos de las demás especies, debido a que podemos razonar en todo lo que hacemos, entre ello se encuentra el razonamiento e identidad sexual, mismo que, con el tiempo ha ido cambiando y “evolucionando” debido a que también somos seres naturalmente “curiosos” y muy despiertos hacia aquello que hace varios años era un tabú: el sexo.

Si lo analizamos desde una perspectiva biológica, las relaciones sexuales consisten en la interacción entre dos seres de distinto género (masculino y femenino), a través de acciones que darán lugar a una mezcla de rasgos genéticos y, generalmente a un nuevo ser. Se lee un tanto complicado, ¿no?

La realidad es que hoy en día el sexo no lo es. Desde muy jóvenes logramos sentirnos y vernos como seres sexualmente activos, por lo cual se empieza a “experimentar” pero, ¿qué es lo que logramos a la larga y a qué nos exponemos?

Bien sabemos que las relaciones sexuales son un tema MUY importante para los adolescentes. Me atrevo a afirmar que es el tema más importante para cualquier joven, además del hecho de buscar pareja, por lo cual comienzan a aventurarse en ese mundo tan interesante y a conocer más de ello. Pero si lo vemos fríamente, nos daremos cuenta de que la adolescencia actual se encuentra bastante confundida respecto a esto. Es por esa razón que, desde pequeños se les debe ir orientando en los hogares y en la escuela.

Ahora, hablar de sexo es lo más natural en la juventud, en especial en la adolescencia. Los jóvenes se sienten orgullosos de saber cosas que sus padres quizá ignoran en este aspecto y es bueno… hasta que se meten en algún problema relativo a ello.

 No es un juego

Como seres humanos, es cierto que tenemos todo el derecho de disfrutar y vivir plenamente nuestra sexualidad, pero también debemos saber los riesgos que conlleva y estar protegidos ante ello.

¿Qué hay de las niñas de 15 años embarazadas? ¿O de los muchachitos con alguna enfermedad de transmisión sexual (ETS)?

Si bien este artículo puede parecer repetitivo y fastidioso, creo que es importante recalcar que el sexo NO es un juego. Es parte de nuestra naturaleza, pero debemos ejercerlo con responsabilidad.

Es cierto que en la adolescencia nuestras hormonas parecen bombas de tiempo a punto de estallar en cualquier momento, pero también tenemos que pensar en las posibles consecuencias de dejarnos llevar por un momento de placer.

De igual manera, es una realidad que, como seres sexuales, necesitamos explorar, conocer, saber qué es, qué se  siente, qué hay más allá de las relaciones, pero nos encontramos en una época en la que podemos hacerlo de una manera responsable, madura y con protección.

Conozco a muchos jovencitos que ya son padres y que ni siquiera lo planeaban y me pregunto: ¿es eso lo que les corresponde?

Con todo respeto, también me he topado con jovencitas de entre 14 y 16 años que saben más de sexo que una persona de 30 y esto me lleva a pensar: ¿a dónde está yendo nuestra juventud?

Por ese motivo hago este artículo, porque estamos en una etapa en la que los menores están más “despiertos” a su sexualidad y muchos padres llegan a preocuparse por adelantado acerca del futuro de sus hijos. La respuesta a esta preocupación es simple: hay que informarnos y educarnos acerca del sexo de manera sana.

Cuando hablo de esto, me refiero a enseñar a nuestros adolescentes que, aunque las relaciones sexuales parezcan la cima del mundo, traen muchos riesgos: embarazos, ETS, conflictos emocionales, etc., y si simplemente se dejan llevar, podrían terminar muy mal.

Por este motivo, exhorto, tanto a los padres como a los jóvenes a informarnos y preguntar sobre el sexo sin miedo a nada. De esa manera, estoy segura que podremos ejercer libremente nuestra sexualidad sin que nadie nos perjudique y sentirnos plenos, sobre todo en la difícil etapa que es la adolescencia.