En 1984 la mano de hierro de Margaret Thatcher aplastaba a dos grupos en el Reino Unido: la comunidad gay y la Unión Nacional de Mineros. La película Pride (2014) dirigida por Matthew Warchus recoge la historia improbable pero cierta, de la fraternidad entre estos dos grupos completamente diferentes. 

A través del People’s History Museum de Manchester donde están resguardadas todas las actas de reunión semanales, la correspondencia entre estos dos grupos, recortes de prensa, propaganda, pins, fotografías y la pancarta Lesbians and Gays support Miners, el director logra hacer una película bastante fiel sobre los hechos ocurridos de 1984 y 1985 entre estas dos voces de protesta.

La historia comienza así: Mark Ashton le propone a su amigo Mike Jackson hacer una colecta para apoyar a los mineros en huelga durante la marcha de orgullo gay de 1984 en Londres. Posteriormente, propone al resto de la comunidad ser uno de los 10 grupos que en ese momento ya estaban apoyando a los mineros debido a que Thatcher había confiscado los fondos del sindicato y no tenían ayuda económica durante ésta. Varios se muestran descontentos debido a que constantemente son tratados de forma marginal y los mineros no son la excepción. Sin embargo, logra formarse un grupo pequeño y constante que se encarga de recolectar y llamar a todas las sedes de los mineros para enviar el dinero obtenido. Ninguna devuelve la llamada.

Reunidos en la librería gay “Gay’s the word”, propiedad de uno de los participantes, deciden sin muchas esperanzas llamar a un pueblito en Gales, Dulais Valley Lodge, donde una anciana contesta y acepta la ayuda sin saber que se trata de un grupo de homosexuales. Cuando Dulais envía a un representante de los mineros (Dai Donovan) a Londres para reunirse con los chicos, el LGSM (Lesbians and Gays Support Miners) ya es el grupo que más dinero recauda para los trabajadores en huelga en todo Reino Unido. Dai se muestra sorprendido pero también gratificado y es aquí donde comienza una alianza histórica e impensable entre un pueblo conservador en Gales y un grupo de homosexuales dispuestos a revolucionar no sólo su propia causa sino cualquier segmentación que los mire como enemigos.

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Aunque en el filme hay varios conflictos que dificultan la aceptación de la ayuda, sigue mostrando la historia un poco suavizada debido a que las protestas sociales siempre tienen mucha violencia y en la película ésta aparece minimizada. Sin embargo, resulta muy buena y recomendable porque es inspiradora. Aunque la mayoría de los personajes son reales hubo una reducción importante en los miembros del LGSM que en la vida real eran casi 30 y en la cinta apenas 10. De las historias de vida destacan Saim James, esposa de uno de los mineros, quien entró a la universidad después de la huelga y llegó a ser diputada en el parlamento británico; Hefina, la presidenta del comité de la localidad galesa quien defendió y apoyó al LGSM pese a todas las consecuencias; Jonathan Blake, uno de los dueños de la librería y de las primeras personas en ser diagnosticada con VIH, y acaba de cumplir los 57 años; a diferencia del protagonista y líder del grupo, Mark Ashton quien falleció a los 26 años (en 1986) por la misma enfermedad.

Durante la trama  hay una parte que me pareció en especial fidedigna, el periódico The Sun (esto no lo mencionan en la película) escribe un artículo titulado Perverts support the pits. Ante esto el LGSM se apropia de la crítica y realizan el evento más grande de recaudación para los mineros: el Pit and Perverts un concierto de Jimmie Sommerville, celebrado en el Electric Ballroom en Camden Town de Londres. A esta fiesta asistieron tanto personas de la comunidad gay, como mineros y heterosexuales que apoyaban la causa.

Aunque el final es conmovedor, es más emocionante lo que pasó después de la marcha gay de 1985 (el punto final de este filme): durante una reunión del Partido Laborista en ese mismo año con sede en Bournemouth, se decidió por primera vez apoyar a la igualdad de derechos para personas LGBT, lo cual sólo se logró por el bloque de votos a favor del sindicato de mineros. Además, apoyaron fuertemente la revocación de la enmienda en el artículo 28 que afirmaba que:  las autoridades no deben promocionar intencionadamente la homosexualidad o publicar material con la intención de promocionar la homosexualidad» o «promocionar la enseñanza de la aceptabilidad de la homosexualidad como una supuesta relación familiar en cualquier escuela subvencionada».

Aunque la huelga de los mineros no resultó, la alianza y sobre todo la muestra de afecto y el cambio de perspectiva que cientos de personas tuvieron de la comunidad cambió por completo. Pero más aun, estos dos grupos demostraron que no hay causa que no pueda ser apoyada independientemente de la “agenda” del grupo en cuestión. Aunque el SIDA era uno de los problemas principales de la comunidad, hubo un grupo que decidió apoyar otra causa que no les afectaba directamente. Por ello digo que es inspiradora. En tiempos donde uno no puede apoyar a tal o cual país porque en el nuestro pasa tal  o cual cosa y situaciones de ese tipo, la historia nos vuelve a demostrar lo contrario.

 

Photo credit: Nicola Dove