Seguramente si estás leyendo este texto a través de algún dispositivo (computadora, tableta o smartphone) conoces Facebook, Twitter, Instagram, Youtube, Vimeo, WhatsApp, y posiblemente sabrás qué son los podcast y las fanfiction; y por supuesto has visto alguna película en una sala de cine, leído un comic, un libro, una revista, el periódico, en fin, has usado y consumido alguno o varios de los medios digitales y tradicionales que existen actualmente.

Pero no sólo los consumes sino que también generas contenidos que compartes constantemente, a través de un tweet, un post, un video o una fotografía. De acuerdo a un estudio, en el mundo en un minuto se comparten más de dos millones de posts en Facebook, alrededor de 270 mil tuits y cerca de 350 mil fotos a través WhatsApp; asimismo, se suben más de 70 horas de video a YouTube, y se efectúan casi 400 mil búsquedas en Google.

Alguna vez te has preguntado ¿de toda esta información, cuánta estará relaciona con temas científicos? es decir, todos estos medios, ¿también son empleados para divulgar ciencia? Pues la respuesta es sí, aunque quizá no lo suficiente. Actualmente, en nuestro país existen experiencias de este tipo. En Youtube, Liz Mejía ha creado un canal de divulgación científica titulado La ciencia detrás, también cada vez más científicos generan posts en Facebook, Twitter e Instagram dando a conocer los avances de sus trabajos. Sin embargo, apenas es el inicio.

A todo este conjunto de medios, así como a las relaciones que se dan entre ellos, diversos investigadores le han llamado ecosistema mediático. Y como parte de este ecosistema se genera otro concepto que tiene que ver con los usos y consumos de la información generada en este ecosistema, se trata de la comunicación transmedia.

Se preguntarán, ¿a qué viene toda esta palabrería plagada de conceptos raros? Pues bien, el propósito es mostrar que esto de los medios digitales es cosa seria, no se trata de alguna improvisación o invento. Entre quienes se han dado a la tarea de estudiar la antes mencionada comunicación transmedia es Carlos Alberto Scolari, quien argumenta que el discurso científico puede ser transmedia, esto es, puede divulgarse en diversos soportes, empleando múltiples dispositivos, pero sobre todo, expandirse a través de los prosumidores.

Para explicar de manera más clara los conceptos de transmedia y prosumidor, recurro a las características planteadas por otro investigador llamado Jenkins, quien señala que este tipo de productos deben ser autónomos, es decir, no verse como una continuidad del otro; esto genera que cada producto haga una contribución única a la totalidad de la narración; asimismo, se puede acceder a la historia desde cualquier producto creado; y por último, la relevancia de los usuarios es fundamental, quienes participan como co-creadores al expandir la narrativa.[1]

En este sentido, los co-creadores son los prosumidores a los que me refería líneas arriba. De acuerdo a los modelos de comunicación tradicionales, se establece que éste proceso se conformaba por un emisor, un mensaje y un receptor (comunicación lineal); de ahí se pasó a la comunicación interactiva, es decir, el receptor se convirtió en preceptor, y al llevar a cabo una retroalimentación (responder al mensaje) se establecía esa interacción. Hasta ese momento, los medios eran quienes generaban contenidos consumidos por esos perceptores, ahora “consumidores”. Actualmente, esos consumidores no sólo se conforman con percibir o interactuar a partir del mensaje emitido por los medios, sino que crean sus propios contenidos o intervienen el contenido generado por el emisor (medio de comunicación), esto los convierte en prosumidores. A este proceso, en el ámbito transmedia se le conoce como expansión de la narrativa.

Ante esto, las narrativas transmedia en verdad se convierten en una gran oportunidad para acercar el conocimiento científico a la sociedad.

[1] María Teresa Bernardi y Fabián Bergero Alejandro Rost, Periodismo transmedia. La narración distribuida de la noticia., ed. PubliFadecs/Universidad Nacional del Comahue (Argentina, 2016).