Dentro de la investigación científica es importante conocer para qué nos sirve tener un organismo modelo. Estos modelos nos dan una idea de cómo funciona nuestro propio organismo o incluso otros organismos. Nos ayuda a entender y analizar las causas de ciertas enfermedades, así como los tratamientos que puede tener la enfermedad.

Claro está que no se puede realizar este tipo de experimentos con seres humanos, ya que implica una falta a la bioética como la conocemos, sin mencionar el tiempo que los modelos nos pueden ahorrar ya que muchos de ellos son fáciles de cultivar. Es posible hacer esto gracias a la relación evolutiva que nos conecta a todos los seres vivos; se comparten distintos procesos metabólicos, información genética, e incluso, similitudes en el desarrollo biológico. Todo esto, junto con la genómica comparada nos ayuda a tener un mejor entendimiento del funcionamiento y la estructura de los genes humanos. [1]

Nuestra modelo

En marzo del año 2000 se obtuvo la secuencia completa de la mosca de fruta, Drosophila melanogaster, con el método de secuencia de shotgun o WGS (Whole Genome Sequecing) por sus siglas en inglés. Fue un acontecimiento importante, ya que se probó que el método funcionaba para secuenciar genomas de organismos multicelulares. [2]

Drosophila melanogaster es un insecto que tiene un ciclo de vida de alrededor de 10 días a una temperatura de 25°C que incluye sus cuatro fases, huevo, larva, pupa y adulto. [3]. Cuenta con 4 pares de cromosomas incluyendo cromosomas sexuales X, Y. El porcentaje de GC varía en los cromosomas de 35% el mínimo y 42%, el máximo, con un promedio de 42%. Tiene aproximadamente 137,668 millones de pares de bases que codifican para 30,559 proteínas. Albergando en promedio 13,600 genes. [4]

Este organismo es muy similar genéticamente a los humanos, muchos de sus genes son homólogos a los nuestros, se han hecho importantes investigaciones en el área de salud para comprender enfermedades y cómo tratarlas; una de las aplicaciones que han utilizado en Buenos Aires es el estudio en el sistema cardiovascular para estudiar la genética del envejecimiento, las adicciones y sustancias de consumo crónico en el humano como lo es la cafeína. [3]

Otros estudios muestran un 77% de relación entre genes de enfermedades humanas con genes de D. melanogaster, de los cuales unos están relacionados a alelos mutantes conocidos. En estos estudios se menciona cómo esta pequeña mosca de fruta ha alterado nuestra relación entre invertebrados y vertebrados. Su importancia cada vez es más relevante para el ser humano. [5]

El uso de este modelo de estudio se da a principios del siglo XX, cuando Thomas Morgan al querer tener su propia evidencia y después de estudiar a  D. melanogaster por mucho tiempo se da cuenta que existían diferentes variantes entre muchas de las moscas y una característica especial en machos: ojos blancos y no ojos rojos como las demás. Después de aparear esas moscas de ojos blancos con moscas de ojos rojos se da cuenta de la herencia y la relación del sexo con esas características. Estableciendo la teoría cromosómica de la herencia, y así, como Mendel se convertiría en un ícono en la historia de la genética.

Es impresionante la importancia de este pequeño insecto en la ciencia. Desde su importante aportación con los estudios de Morgan, hasta las investigaciones que se hacen hoy en día 100 años después. Lo que puede dar a una reflexión, que no importa que tan pequeño seas, el mundo de la ciencia siempre tendrá un lugar para ti.

Mosca de la fruta

Referencias asociadas

  1. Griffiths, E. C. (2010) What is a model?. 12 de marzo de 2012 en la Wayback Machine.
  2. Susan E. Celniker and Gerald M. Rubin. (2003). The Drosophila Melanogaster Genome. Annual Reviews.
  3. Santalla M, et al. (2016) Drosophila melanogaster, an Emerging Animal Model for the Study of Human Cardiac Diseases. Rev Argent Cardiol; 84:419-421.
  4. NCBI.[https://www.ncbi.nlm.nih.gov/genome?term=vih&cmd=DetailsSearch]
  5. Reiter T. L. et al (2001) A Systematic Analysis of Human Disease-Associated Gene Sequences In Drosophila melanogaster. Genome Res ;11(6): 1114–1125.