Hace algunos años, el hecho de ser soltero no era muy bien visto por la sociedad y frecuentemente surgían mitos de ese estado. Era común escuchar frases como: “se le fue el tren”, “se quedó sol@”, “es un@ solteron@”, entre otras que hacían pensar que la persona en cuestión había fracasado en su vida. Sin embargo, nos encontramos en una etapa en la cual ser soltero no es algo malo, sino por el contrario, hasta podría llegar a ser envidiable. La cuestión es, ¿estamos preparados para ser solteros o estamos luchando contra la soledad?

Existen diferencias muy marcadas entre la soltería y la soledad. La primera se refiere al estado civil de aquellas personas que no poseen pareja, mientras que la segunda es un estado de aislamiento de las demás personas y del mundo. Ya habiéndolas diferenciado surge la interrogante: ¿por qué muchos al estar solteros se sienten solos?

Primero que nada, si bien estamos en un mundo muy libre y de “mente abierta”, también siguen existiendo ciertos tabúes en cuanto a la soltería, lo que inicia desde nuestra infancia, cuando vemos en la familia a “mamá” y “papá” siendo pareja, crecemos viendo programas, películas y series que giran en torno al amor, o al menos tocan el aspecto romántico en alguna ocasión, nos acostumbramos a visualizar un mundo con pareja y “final feliz”, pero con el tiempo vemos que la realidad puede no ser así.

Desde pequeños empezamos a idealizar a nuestra “media naranja”, o aquella personita con quien estamos a gusto y, obviamente al entrar a la adolescencia, con el alboroto de más de medio cuerpo, nos damos cuenta que tenemos que estar con alguien… o eso creemos.

Al pasar los años, si estamos en los 20 o 30 y no ha surgido el/la dueñ@ de nuestras quincenas, algunos nos empezamos a desesperar porque no nos gusta estar solos. El detalle es que, como mencioné al principio, existe una gran diferencia entre la soltería y la soledad y muchos tienden a confundirlo, al grado de estar con alguien que no quieren, sólo por no sentirse solos.

Estas decisiones pueden marcar nuestras vidas y hacer un gran cambio en ellas, ya que si nos damos cuenta desde el principio que somos felices con o sin pareja, será mucho menos frustrante la soltería.

Muy bien dice la frase: “más vale solo que mal acompañado”, pero algunos suelen desesperarse tanto que no les importa con tal de sentir que tienen a alguien junto a ellos. Por eso, primero debemos aprender a querernos para que alguien más nos quiera y, si no hay nadie, es porque así estamos muy bien.

Ser feliz con uno mismo

He aquí algunos consejos para no sentirse totalmente abrumado en caso de que nuestra tan esperada pareja no aparezca y podamos aprender a querernos, ya sea solteros o no:

  • Ser feliz con uno mismo: Tan simple, si te valoras primero tú, otros lo harán y si no lo hacen, es porque no son las personas correctas.
  • Independencia: Desgraciadamente muchos de nosotros nos volvemos dependientes de nuestra pareja, pero si no somos capaces de valernos por nosotros mismos, entonces mucho menos lo podremos hacer al lado de otro, pues se volverá una relación enfermiza.
  • Madurez: Cuando seamos lo suficientemente fuertes y valientes para reconocer que podemos ser felices con o sin pareja, entonces estaremos listos para tener una.
  • Trabajar la autoestima: Suele ocurrir que cuando tenemos la autoestima muy baja, es cuando nos sentimos más solos. Por eso debemos trabajar en el amor hacia nosotros, percibirnos como personas valiosas y evaluarnos de buena forma.
  • Compartir la vida: El emparejamiento se trata de “darle la oportunidad a alguien de compartir su vida con la nuestra”, no de “ser feliz a costa del otro”.
  • Lidiar con la soledad: No, el ser soltero no es sinónimo de estar solo. Sólo cuando aprendamos a ser felices sin pareja, podremos serlo con una.

 Muchos de nosotros cometemos errores grandes al unirnos a otra persona en busca de la felicidad. No lo hagamos, por el contrario, conozcamos más gente, seamos felices, sonriamos por cada instante con vida y no le temamos a la soledad.