Cuatro mil pesos es la cifra aproximada que una persona tendría que pagar por una suscripción anual a la revista científica Nature. Cifra que se reduce a dos mil 400 pesos, si quien se suscribe es un estudiante. Pero, durante la realización de un trabajo de tesis de posgrado, un estudiante tiene la necesidad de consultar una gran cantidad de revistas y leer decenas, hasta cientos de artículos para documentar su investigación, donde cada artículo puede llegar a costar 800 pesos.
El enorme costo de acceder a las publicaciones científicas en ocasiones es absorbido por las universidades que tienen la capacidad de pagar por la información. En el caso de México, las instituciones de educación superior y los centros de investigación son apoyados para cubrir parte de estos gastos por el Consorcio Nacional de Recursos de Información Científica y Tecnológica (Conricyt), que en 2016 invirtió 73 millones de dólares en este rubro.
Pero para contrarrestar este monopolio de las grandes casas editoriales es que surge la filosofía del acceso abierto, la cual busca la gratuidad y el uso sin restricciones de artículos científicos digitales. Y dentro de los actores principales de esta corriente surge el proyecto SciELO (del inglés Scientific Electronic Library Online), una biblioteca electrónica que permite el acceso gratuito a más de 600 mil artículos de revistas científicas publicadas en 15 países de América Latina y el Caribe.
Esfuerzo que cobra todavía mayor relevancia en regiones como América Latina, donde representa un problema y una contradicción que la mayoría de las investigaciones científicas sean financiadas con recursos públicos y que los resultados de esas investigaciones, sufragadas con el dinero de los contribuyentes, no puedan ser consultadas libremente.
Gracias a la publicación en línea llevada a cabo por SciELO, se ofrece el acceso abierto, gratuito y sin restricciones a la información científica, con lo que se beneficia a investigadores, estudiantes y a la población en general. Pero, además, SciELO busca digitalizar sus publicaciones en formatos interoperables, con los que las personas puedan encontrar con rapidez y facilidad, a través de los metabuscadores como Google, los documentos que contienen la información que buscan, explica Antonio Sánchez Pereyra, coordinador editorial de SciELO México.
Una red representativa de la ciencia en América Latina
SciELO funciona como una red de publicación en la que cada uno de los 15 nodos que la conforman se encarga de digitalizar los documentos producto de las revistas científicas locales.
Además, dentro de la red, cada país tiene autonomía y se hace cargo de la selección, financiamiento y permanencia de su colección, lo cual le da representatividad a la red, explica Antonio Sánchez, pues cada colección depende de sus circunstancias nacionales específicas.
Esto hace las colecciones más inestables, incluso puede ser que alguna de ellas atraviese por problemas y disminuya su ritmo de crecimiento o se detenga, pero justamente esto vuelve el proyecto más realista, más representativo de los procesos sociales que atraviesa cada país y que impactan en la actividad científica.
En el caso de México, las revistas que se indizan en SciELO son las que integran el Sistema de Clasificación de Revistas Mexicanas de Ciencia y Tecnología del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Mucho más que “subir” un PDF
“Publicar en línea o de manera electrónica no es solamente subir un PDF a la web, esto se hace y es útil, pero no es suficiente en la era electrónica. La publicación de documentos de carácter científico tiene una serie de estándares y SciELO está en la búsqueda de mantenerse en el estado del arte de la publicación científica a nivel mundial”, comenta Antonio Sánchez, quien también es jefe del Departamento de Bibliografía Latinoamericana de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por ello, SciELO, además de publicar en formato PDF, utiliza formatos abiertos como el HTML y el XML, que son interoperables y que buscan colocar a América Latina y el Caribe a la par de las grandes casas editoriales de las revistas más importantes del mundo.
Publicar en formatos electrónicos más versátiles se vuelve imprescindible debido al carácter de temporalidad que define a las revistas, puntualiza Antonio Sánchez, quien opina que al centrar el sistema de publicación en el flujo de papel y con ello darle importancia excesiva a los archivos PDF parecería que las revistas van a destiempo con las tecnologías de la información.
Y explica que hay momentos en los que la inclusión de las revistas científicas en los índices de SciELO se retrasa debido a que los originales o los escritos deben ser “maquetados” o diseñados en un PDF para ser llevado a la imprenta y después, una vez que la imprenta lo regrese, se pueda proceder a su publicación en electrónico. Podría decirse que la versión electrónica es un derivado del impreso lo cual constituye una ironía, opina Antonio Sánchez.
En México, SciELO ha agitado el mundo editorial con la propuesta de volver prioritaria la publicación electrónica y darle versatilidad e interoperabilidad, generadas por los formatos HTML y XML.
“Uno lo oye como un término informático, un término aburrido, y se pregunta ‘¿y eso qué significa?’ Pues en términos editoriales significa romper con el flujo actual de cómo están siendo publicadas las revistas, lo que hace a SciELO un proyecto vanguardista”, comenta el especialista.
Un proyecto rupturista
Desde sus orígenes, la red SciELO se planteó como un modelo de publicación en línea, por lo que publicar en PDF no era suficiente, y desde 1997 publica en paralelo un archivo en formato HTML, que tiene la ventaja de “pesar” menos y ser interoperable, es decir, más rastreable por los metabuscadores.
Y, a partir de 2011, SciELO ha experimentado con el formato XML, un formato revolucionario en América Latina con mayor capacidad de interoperabilidad. Formato al cual SciELO México, en 2016, propuso trasladar las 150 revistas nacionales.
Esta transición se realizó con el financiamiento del Conacyt y con el apoyo de la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM y ha generado una respuesta positiva, pues Redalyc y el Open Journal System (OJS), los otros sistemas de publicación abierta, aceleraron sus procesos para publicar en formatos abiertos, considera Antonio Sánchez, quien además ha visto que empresas privadas en el país, dedicadas al ámbito de publicación de revistas, empezaron a verse también forzadas a evolucionar y cambiar a este sistema de publicación en XML.
¿Quién mantiene el acceso abierto?
“El acceso abierto siempre es un tema complicado, porque publicar tiene costos, implica trabajo y hay quien lo tiene que hacer, estamos hablando de tener formatos, servidores y de los equipos detrás de todo esto. Entones la sostenibilidad económica de estos proyectos es importante. SciELO México ha estado siendo financiado por Conacyt y por la UNAM. Pero este es un punto que siempre causa preocupación”.
Por ello, Antonio Sánchez espera que SciELO logre mantenerse como un proyecto alternativo que compita con las grandes casas editoriales, que cobran una gran cantidad de dinero por acceder a la información científica. Y considera necesario aprovechar y mantener la filosofía del acceso abierto, corriente en la cual América Latina ha sido vanguardista y se ha adelantado al primer mundo.
La posibilidad de acceder a la literatura científica no es un tema que concierne solo a científicos, como lo ejemplifican los datos de PubMed Central, la colección biomédica de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, que indican que de los 420 mil usuarios por día que recibe el sitio web, 40 por ciento corresponde a “ciudadanos”, 25 por ciento, universidades, 17 por ciento, compañías y 18 por ciento, “gobierno y otros”.
Por: Amapola Nava Agencia Informativa Conacyt