Llegamos a la cúspide de nuestra pequeña montaña de recuentos sobre personas de ciencia que no se resistieron al placer de la literatura.
Para la última parte de esta serie de notas, hemos decidido dejar atrás las enumeraciones y sumergirnos en la historia de un sólo artista: Mario Jaime Rivera
Mario Jaime es Doctor en Ciencias Marinas por el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste S.C. En el ámbito literario ha sido galardonado con el Premio Internacional de Divulgación de la ciencia 2012, otorgado por el Fondo de Cultura Económica; el Premio Nacional de Novela “Jorge Ibargüengoitia” y el Premio Nacional de Poesía “Efraín Huerta” en 2013. En 2010 el Premio Nacional de Poesía Mérida y en 2007 el Premio Nacional de Dramaturgia Mexicali.
Este científico y poeta ha hecho del tiburón blanco el objeto de estudio de sus investigaciones y una de las principales inspiraciones para sus poesías.
Su pasión por los tiburones se desataría luego de ver la película “Tiburón 2”, cuando el Dr. Mario Jaime tenía 6 años –y aún no era Dr.-, se espantó tanto con este film que tuvo miedo de meterse al agua, pero fue este mismo asombro el que lo hizo buscar libros sobre estos animales en la biblioteca de su abuelo y entre páginas de distintas colecciones de revistas y libros, su impresión al ver las enormes bocas de estos animales era cada vez mayor.
Sumergido en una atmósfera de recuerdos, nos cuenta cómo fue que leyendo encontró una gran fascinación por la literatura y por la ciencia.
“La fascinación por conocer lo que era el mar venía de mis lecturas y las películas que vi cuando niño”, nos comenta al hacer memoria de aquellos tiempos que serían las bases para su futura vida profesional.
“Desde niño leía todo lo que caía en mis manos y me maravillaba la magia, las imágenes… tenía asombro sobre la belleza. Uno de los libros que recuerdo que más me asombró fue ‘La divina comedia’ de Dante, recuerdo haber visto unas imágenes bellísimas que me hacían soñar, yo no sabía qué significaban. Desde entonces comencé a hacer poemas, cuentos; primero plagiando lo que leía y después inventando”.
Poco a poco ese gusto por los tiburones y la lectura terminaría desencadenando en lo que actualmente se dedica: la investigación sobre el tiburón blanco.
Sin embargo, no siempre fue así, ya que en un principio su sueño de vida era ser jugador de baseball y posteriormente dedicarse por completo a la literatura. Todo cambiaría en su adolescencia, cuando en la Escuela Preparatoria Nacional No. 6 eligiera el área de ciencias biológicas:
“A mí me gusta mucho la naturaleza, me gusta mucho la vida, los seres vivos… Entonces decidí meterme al área de biológicas como una estrategia: una herramienta que me iba a permitir estar en lugares que me iban a fascinar. De esta forma podría irme de campo a donde yo quisiera; esa era mi motivación más que la biología por sí misma, pero luego me gustó. Pero nunca dejé la literatura: nunca me planteé realmente una dicotomía entre dedicarme a una cosa o a la otra, no me cuesta ningún trabajo dedicarme a las dos”
De escritor a divulgador.
Luego de haber entrado en el mundo científico, el Dr. Mario comenzaría a escribir sobre su trabajo y el abanico de exaltaciones que sentía dentro de la ciencia.
“Más que nada, la divulgación ha sido la necesidad de compartir lo que conoces para contagiarles a los demás la pasión que tú mismo sientes”, nos comenta haciendo hincapié en las vivencias que como profesor ha adquirido al guiar a sus estudiantes a que aprendan y se fascinen por su materia.
“Lo importante es darles a los niños y jóvenes los conocimientos y las herramientas: la divulgación, ya ellos decidirán después qué quieren. No es inculcarles una forma de pensar o la ideología de que ser científico es mejor que ser futbolista, por ejemplo. Se trata de abrirles las puertas al asombro y dejar que ellos se asombren o no”
Reconoció también que en México, a comparación de otros países en Latinoamérica tenemos mucho más apoyo: “Aquí se producen una variedad de revistas de divulgación científica, tenemos a una de las más importantes divulgadoras en América Latina que es Julieta Fierro, se hacen muchos documentales como los de Canal Once o TVUNAM. En cuanto a la carrera científica nos apoyan con becas de posgrado, tenemos la UNAM y el IPN que son instituciones de educación superior que ofrecen educación de alta calidad de forma gratuita; eso es increíble, en otros países del mundo jamás tienes esto. Lo que nos falta es más de todo lo que ya tenemos y que nunca acabe, porque si nos comparamos con países como Japón, Suecia y Estados Unidos aún estamos en pañales, nos falta muchísimo de inversión, sobre todo en ciencia básica”
Sin embargo, recalcó que uno de los mayores retos es ofrecer educación de calidad para los futuros profesores,
“Hay que empezar por mejorar la educación para los profesores, sobre todo los de educación básica para que ellos puedan darle una educación de calidad a los niños”.
La poesía: alma de todo científico.
La pregunta con la que finalizamos nuestra entrevista en exclusiva para Quiu fue: ¿Qué le diría a un científico para que también pensara como artista?: Si es un verdadero científico lo va a hacer; si es un verdadero científico ya tiene ese pensamiento poético porque está haciendo teoría; tiene todo el asombro sobre lo que es el Universo. Aristóteles decía que la causa de que el hombre filosofara es el asombro ante la realidad y eso es lo que es el científico: el científico está asombrado y quiere saber qué son las cosas. Un verdadero científico tiene un pensamiento poético… pero una cosa es el científico y otra cosa es el oficio del científico. Cuando nos dicen que el científico es un oficio ya no es totalmente un científico, se vuelve un trabajo y no es lo mismo trabajar de científico que ser científico. Un verdadero científico no pierde su asombro ni la poesía de su trabajo”.
“Yo pienso que el estudio de la ética como filosofía y de la propia filosofía de la ciencia es necesaria en nuestras carreras científicas para que pensemos en lo que estamos haciendo” expresó para indicar que, de esta forma, aquellos que son científicos y quienes queremos llegar a serlo, no debemos perder el respeto a la naturaleza y el asombro al arte que realizamos al hacer ciencia.
Mario Jaime es el creador de “Las Partículas Elementales” viñetas inéditas que publica quincenalmente en Quiu en las que plasma las anécdotas de dos personajes muy singulares: Neutrino es un poeta, Leptón es un científico. Sus visiones son contradictorias. Juntos son: Las Partículas Elementales.