Hace poco me enteré que, al parecer, van a quitar una serie infantil llamada “Peppa”, la cual narra las aventuras de una cerdita con dicho nombre, al lado de su familia y amigos. Realmente me extrañó tal rumor, debido a que, en los últimos meses he visto cómo Peppa y compañía han obtenido gran popularidad, tanto entre los pequeños, como en algunos adultos. Y es que, este programa narra situaciones cotidianas de la vida de una manera tan inocente que, hasta cierta gracia produce en el espectador.

Mi sorpresa fue mayor al saber la razón por la cual, aparentemente van a eliminar esta serie de la televisión. Cuando indagué sobre ello, la respuesta fue simple: “porque la cara de Peppa y su familia tiene forma de aparato reproductor masculino.”

Esto me llevó a pensar precisamente en la manera en que los famosos “mensajes subliminales” han ido destruyendo infancias a lo largo del tiempo.

Primero que nada, un mensaje subliminal es, precisamente un mensaje o indicación elaborada estratégicamente para pasar por debajo de nuestra percepción; de ahí el nombre subliminal (por debajo de los límites).

En un principio, ciertas empresas utilizaron dichos mensajes para aumentar su venta y atraer al público meta. Sin embargo, hoy en día, estas señales se han salido de control y resulta que, en un mundo lleno de “corrupción mental”, en el cual, hasta una palabra es tomada en “doble sentido”, han servido para tachar hasta la cosa más inocente de vulgar, asquerosa y demoníaca. No hay quien escape de ello.

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Por decir algunos ejemplos, tenemos los siguientes:

  • Walt Disney: La empresa de mayor entretenimiento infantil ha sido mal vista en más de una ocasión por manejar este tipo de mensajes, siendo reconocida especialmente por esta habilidad tan única y particular que posee.
  • Los Simpson: Una serie con humor para mayores de edad, que realmente no debería ser juzgada por manejar mensajes así, ya que, para empezar, no debería ser vista por niños.
  • Bob Esponja: La esponjita más alegre y famosa del fondo del mar oculta más cosas de las que parece en su acuático mundo.
  • Dragon Ball Z: Nuevamente otra serie que, al menos para gusto de una servidora, no debe (o debió) ser dirigida hacia un público infantil, por su temática tan violenta.
  • Pokémon: Al ser la abreviación de “Pocket Monsters” (monstruos de bolsillo), con el impacto tan fuerte que tuvo en los pequeños, no faltó alguien que lo satanizara y convirtiera en “demonios de bolsillo”.
  • Digimon: La misma situación del anterior, sólo que en este caso fueron “demonios digitales”.
  • Rugrats: Una serie que narra la infancia de una manera tan inocente o subliminal según algunos “expertos”.
  • Los padrinos mágicos: Esperen, ésta no la sabía. Es cierto que tras varias temporadas llega a manejar uno que otro tema un tanto bizarro, pero ¿que sus orejas formen el número 6 ya es del demonio?
  • Hey Arnold!: Uno de los mejores programas en cuanto a contenido humano se refiere, también fue víctima de las famosas “cabezas con forma de aparato reproductor”.

Y me atrevo a pensar, que si continúo con la lista, no terminaré el artículo.

Hay que reconocer que, en efecto, no todas las caricaturas son para niños y muchas de ellas manejan mensajes para mayores, por eso se debe investigar sobre ellas antes de poner a los menores frente al televisor.

Por otro lado, también ay que tomar en cuenta que NO todo es malo, satánico, vulgar o asqueroso. Si nos ponemos en ese plan, al final no veremos nada ni dejaremos que nuestros hijos se entretengan sanamente.

Primero que nada está el analizar nuestra forma de ver el mundo; quizá “X” programa sí tiene cosas negativas, pero “Y” serie no. No todo posee mensajes subliminales ni hará daño a nuestra infancia. Los que sí terminamos haciéndole daño somos nosotros mismos al empezar a desarrollar sentidos que aún permanecen dormidos e inocentes en ellos, así que tengamos cuidado e investiguemos antes de juzgar algo. En cuanto a lo que es perjudicial y a lo que no, lo dejo finalmente, a su criterio.