Ir a trabajar se ha vuelto para algunas personas una completa pesadilla, por lo menos así lo muestran las cifras de diversas encuestas en todo el mundo.
De acuerdo con una encuesta mundial realizada recientemente por la consultora Gallup, 63 por ciento de los trabajadores no está satisfecho con su trabajo, de los cuales 24 por ciento asegura odiar su empleo.
Asimismo, la Encuesta Internacional de Empleos de Kelly Services revela que más de 70 por ciento de los trabajadores no está contento en su trabajo y planea renunciar.
Las principales causas por las que la gente no aprecia su trabajo son porque no ven oportunidades de crecimiento, no les gusta lo que hacen, no son bien remunerados ni valorados, entre otros factores, según un estudio realizado recientemente por un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Sonora (Itson).
Ante este panorama, que no parece muy alentador, sí existen trabajos en los que la gente es feliz, en los que disfrutan cada uno de los minutos que pasan ahí, en los que no tienen que cumplir un horario, que les permiten conocer el mundo, que les ofrecen oportunidades de crecimiento y en los que su talento es reconocido y valorado por mucha gente; uno de esos empleos anhelados existe y se llama ser científico.
Los que realizan investigación, desarrollo o innovación son felices en su trabajo, así lo manifestaron seis científicos de diferentes universidades y centros de investigación del país.
Quizá la razón por la que los científicos son tan felices es porque no tienen que trabajar, así es “en la ciencia no tienes, quieres trabajar, ¿cuánto tiempo?, no lo sé, el necesario, no tenemos horarios”, indicó Eduardo de la Fuente Acosta, profesor de la Universidad de Guadalajara (UDG).
A decir del investigador, el hecho de “querer” y no “tener” que trabajar hace la diferencia, porque “lo que haces, lo realizas con gusto porque es lo que te mueve, lo que te apasiona y eso te mantiene feliz y pleno”.
En la ciencia se realiza una especie de trabajo de detective, indicó De la Fuente Acosta, quien también participa en el Observatorio de Rayos Gamma HAWC (acrónimo de High Altitude Water Cherenkov), considerado el observatorio más grande del mundo en su tipo.
“Lo mejor de la ciencia es poder explicar, o por lo menos tratar de explicar, fenómenos de la naturaleza, conocer y entender su orden y existencia. En el caso de la astronomía observacional se puede entender el universo —usando instrumentos y telescopios— que se rigen por un ente físico: la luz. La ciencia es un trabajo tipo ‘detectivesco’”, manifestó.
Se divierten como niños
Pero ¿qué es lo que mantiene tan contentos a los científicos? Que nunca se aburren, su trabajo es muy divertido, es como si nunca dejaran de ser niños, manifestó Mauricio López Romero, investigador del Centro Nacional de Metrología (Cenam).
“Ser científico es, a pesar de que los años pasen, seguir siendo como niño. Tener al alcance ‘juguetes’ para imaginar y descubrir nuevos ‘mundos’. Efectivamente, el niño se caracteriza por tener una imaginación ágil y por deseos de aprender cosas nuevas todos los días. Se caracteriza por tener preguntas a flor de piel sobre las cosas que observa a su alrededor”, expresó López Romero.
Justo estas también son las características del científico, quien se pregunta constantemente el porqué de las cosas que ocurren en la naturaleza. “El científico se asombra por el comportamiento de la naturaleza y está ávido por descubrir las reglas (leyes) con que opera la naturaleza”, destacó el investigador que el año pasado fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en la categoría de Tecnología, Innovación y Diseño.
Trabajo infinito y de retos
Otra de las cosas que mantiene cautivos a los científicos es que su trabajo está lleno de grandes retos, es una labor que nunca está concluida, entre más investigan, más dudas y más posibilidades surgen.
Karen Salomé Caballero. “En ciencia nada está terminado, todo el tiempo aprendes cosas totalmente nuevas, es decir, que nunca antes se habían conocido o entendido, lo cual cambia toda la perspectiva que se tenía de algo”, indicó Karen Salomé Caballero Mora, profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) y quien recientemente fue distinguida con el programa Becas Para Mujeres en la Ciencia L’Oréal-Conacyt-Unesco-Academia Mexicana de Ciencias.
En este mismo sentido, Melissa Schumacher, investigadora mexicana que actualmente realiza un doctorado en la Universidad Técnica de Múnich, en Alemania, aseguró que la ciencia, al no estar concluida, abre nuevas posibilidades de explorar.
“A través de las ciencias empiezas a observar las cosas de un modo diferente y te maravillas ante las infinitas posibilidades que te da el conocimiento que aprendes, desarrollas y compartes”.
De espíritu viajero
Además de que se diverten mucho y de que todo el tiempo están aprendiendo, otra de las razones por las que los científicos aman su profesión es porque conocen muchos lugares, personas, costumbres, tradiciones, métodos de trabajo, que los enriquecen día con día.
La mayoría de los científicos conoce más de una docena de países, desde las naciones más reconocidas por sus avances científicos y universidades como Estados Unidos, Francia, Alemania, Inglaterra o Japón, hasta países menos “populares” como Israel o Malasia, que sobresalen en algunas disciplinas.
“Los científicos en el fondo tenemos espíritu viajero, pasamos unos meses en México y otros días, semanas, meses o años en otros países haciendo experimentos con otros colegas”, indicó Pedro Podesta Lerma, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y quien lidera el grupo de científicos mexicanos que participan en el experimento Belle II, del Laboratorio de Partículas Elementales (KEK, por sus siglas en japonés), ubicado en Tsukuba, Japón.
Trabajo que impacta a la humanidad
Una de las cosas más gratificantes que les da la ciencia o la tecnología a todos los que se dedican a ello, es que colaboran con su granito de arena para mejorar la calidad de vida de la humanidad, coincidieron por separado los investigadores.
Silvia Domínguez Gutiérrez, investigadora del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara, destacó que “la mejor recompensa que puede tener un científico es que sus investigaciones contribuyan con el desarrollo de un país”.
En conclusión, “el científico es una de las personas más útiles para la sociedad, ya que todos los avances tecnológicos que tenemos hoy en día, que nos permiten vivir con mayor confort y salud, tienen su origen en la actividad científica”, subrayó Mauricio López Romero.
Además, si eres feliz en tu trabajo, tus jefes, institución e incluso el país te lo reconocerá, ya que de acuerdo con un artículo publicado por Shawn Acor, en la Harvard Business Review, un trabajador contento es más productivo.
Al ser la gente más productiva se contribuye a impulsar la economía del país. Pues como bien señala la investigación del Itson, “el factor humano es el recurso más valioso de una organización y de un país en su conjunto, es el que puede desarrollar las competencias necesarias para construir ventajas competitivas”.
Por: Por Verenise Sánchez Agencia Informativa Conacyt