La apatía con el entorno familiar y natural que producen la modernidad y el apego a los aparatos electrónicos (videojuegos, celulares y tabletas) es uno de los ejes de la película surcoreana Jibeuro (traducida como El niño y la abuela o Todos los caminos llevan a casa, 2002), recomendación de la Dra. Julia del Socorro Sosa Cano, para quien el amor, procuración y respeto a la familia y la naturaleza, son fundamentales desde el quehacer científico, pero sobre todo en el plano personal.
Química Farmacobióloga egresada de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y doctora en Ciencias y Biotecnología de plantas por el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), la Dra. Julia del Socorro Sosa Cano, actualmente, es Investigadora Titular A en el Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (CIATEJ), institución que, desde el 2002, desarrolla en la sede Sureste (Mérida) los campos de biotecnología vegetal, tecnología ambiental, tecnología alimentaria y biotecnología médica farmacéutica.
La Dra. Julia Sosa participa en el campo de biotecnología vegetal, donde actualmente desarrolla un proyecto para el rescate y propagación de varias especies de orquídeas endémicas de la península de Yucatán y que se encuentran en peligro de extinción, pero además está vinculada a la formación de científicos al coordinar la sección académica del CIATEJ Sureste.
Amor por las plantas y sus capacidades excepcionales
En entrevista para Quiu, la Dra. Julia nos contó que su gusto por la química surgió desde que cursaba la preparatoria, aunque en ese momento pensaba en tomar el rumbo de la medicina y por ello realizó sus prácticas en el laboratorio de hematología del Centro de Investigaciones Hideyo Noguchi de la UADY. El contacto con otros especialistas y nuevos temas la indujeron al CICY, donde conoció al Dr. Enrique Castaño en el laboratorio de bioquímica y biología molecular de plantas, lo cual sería determinante para decidir el rumbo de su carrera.
“Lo que me enamoró fue ver que las plantas pierden las hojas y las ramas, pero no se mueren y se recuperan. Las plantas pueden perder la mayor parte de su estructura pero se regeneran. Son muy nobles y sumamente interesantes; son seres vivos que tienen capacidades excepcionales que muchas veces no tomamos en cuenta”, comenta.
Micropropagación y semillas sintéticas
Mientras caminamos por las instalaciones del SIATEJ Sureste, dentro del Parque Científico y Tecnológico de Yucatán, la Dra. Julia nos comenta que, actualmente, trabaja con orquídeas, en particular con las especies Bletia purpurea y Habernaria, consideradas en amenaza y peligro de extinción, respectivamente, debido al saqueo para comercio ilegal, pero sobre todo al desmonte para abrir tierras de cultivo, lo que provoca la pérdida de su hábitat.
“Usamos una técnica conocida como micropropagación, la cual consiste en tener una planta in vitro y luego multiplicarla. Para ello creamos semillas sintéticas, que se hacen al tomar una parte de la planta -que puede ser una semilla, un pedacito de hoja o del tallo- y la recubrimos con alginatos, un espesante no tóxico que proviene de algas e incluso se usa para los alimentos. Lo que me parece fantástico de las plantas es que casi cualquiera de sus partes puede servir para multiplicarla, pues de un segmento de hoja pueden surgir cientos de plantas”, explica.
“Lo que hacemos con las orquídeas es traer la semilla, germinarla, y una vez que tenemos la planta, seccionamos y hacemos la micropropagación, es decir, la reproducimos en pequeña escala dentro del laboratorio. Luego podemos propagar a gran escala y pensar en su reintroducción al ambiente natural, o bien comercializar las semillas sintéticas o la planta ya germinada”, nos comenta mientras llegamos al laboratorio de micropropagación y mejoramiento genético.
¿El trabajo que realizan tiene que ver con transgénicos? Es lo primero que se me ocurre preguntar al ver las palabras “mejoramiento genético” que brillan sobre la placa a la entrada del laboratorio. “No hacemos transgénicos, no lo hemos trabajado hasta el momento. Nuestro trabajo consiste en la clonación pero no modificamos códigos genéticos”, explica la Dra. Julia.
Cuestionada sobre cuál es la parte del proceso más complicada, la investigadora no dudó en responder que la reintroducción de las especies, pues se requieren permisos de instituciones como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y realización de estudios de impacto ambiental, para lo cual se requiere de colaboración con otras disciplinas, como la biología.
“Buscamos que nuestros proyectos salgan, y por ello queremos que tengan una utilidad social y comercial. En la parte social, también trabajamos con plantas que tienen un valor melífero, que de manera indirecta es de uso alimenticio. También pensamos involucrarnos en proyectos del área alimentaria. Una planta puede tener diferentes aplicaciones, no sólo ornamentales, también pueden servir a la farmacología o producir colorantes”, abunda.
El conocimiento no es exclusivo de la ciencia
Y precisamente en la parte de la colaboración con otras personas para el desarrollo de los proyectos, la Dra. Julia enfatiza que no sólo se aprende de colegas provenientes de otras áreas, pues en ocasiones “no hay mejor maestro que las personas que trabajan con las plantas, quienes las ven a diario.”
“Hay gente que no tiene una formación científica pero conoce mucho de las plantas. Ellos saben los diferentes usos que tienen, lo cual nos sirve de guía para saber qué compuestos pudieran tener. Lo que hacemos en ocasiones es comprobar en laboratorio lo que en campo aprendemos de otras personas. Como científicos, nosotros aportamos, pero también la gente de campo nos aporta apoyo invaluable pues muchas veces tienen conocimiento que no se encuentra en ningún libro, y de verdad son de gran utilidad en el laboratorio”.
Contacto con los jóvenes
Para alguien que agradece el ejemplo de sus profesores y familiares, en particular esfuerzo realizado por su padre para que ella pudiera continuar sus estudios, sumado al cariño que siempre recibió de él, resulta natural que el tema de la formación de jóvenes científicos sea importante.
“Actualmente trabajo con estudiantes de licenciatura, de servicio social, algunos que realizan sus prácticas profesionales, otros que realizan estancias o vienen a veranos de la investigación, además de los de posgrado que tenemos en el CIATEJ. Para mí es una parte muy importante porque también de ellos aprendemos mucho”, afirma.
“Necesitamos científicos, científicos buenos; que les guste y les apasione lo que hacemos dentro y fuera del laboratorio”, por ello, además del contacto con sus estudiantes, la Dra. Julia participa en ferias de la ciencia y de posgrado, e imparte conferencias en las que expone sus proyectos y las líneas de trabajo que desarrollan en el CIATEJ Sureste.
Preocupación por el crecimiento desmedido de Mérida
Para la Dra. Julia, el desarrollo no debe estar contra la conservación, en particular le preocupa el rápido y desordenado crecimiento que Mérida ha experimentado desde hace unos años. “Crecemos mucho pero es necesario hacerlo con orden y que congenie con la parte ecológica, que se busquen áreas de conservación y que los desarrolladores de fraccionamientos cuiden los recursos, como las plantas, los animales. Tenemos muchos recursos que deben cuidarse”.
“Si no tomamos conciencia, a futuro podemos afectar muchas cosas. Por eso es importante darnos cuenta de que todo está relacionado. Podemos crecer con viviendas adecuadas pero en buenos términos con el medio ambiente, pues mucha de nuestra riqueza es natural, como las playas o los cenotes. Si seguimos de la misma manera podemos dañar lo que tenemos. Debemos mantener a Mérida bella con todos esos recursos”, enfatiza.
Desde su labor científica, la investigadora contribuye a la conservación con su proyecto para el rescate de orquídeas, pero como ciudadana también es responsable al evitar el uso de plásticos, hacer composta, mantener una pequeña hortaliza urbana, estilo de vida que transmite a su familia.
“En nuestros proyectos incluimos la parte de sustentabilidad por convicción, pero también porque es una exigencia al momento de realizar las propuestas. Así como nos piden la equidad de género, también debemos incluir la parte sustentable”.
Precisamente el CIATEJ Sureste cuenta con una serie de protocolos para el ahorro de energía eléctrica, que va desde establecer ciertas horas para el uso de aire acondicionado, hasta organizar el uso de la autoclave para esterilizar material de laboratorio.
Tras recorrer el laboratorio de micropropagación -que se mantiene a una temperatura estable de 23 grados centígrados-, y observar más de una centena de frascos que contienen pequeñas plantas en diferentes fases de desarrollo, nos despedimos de la Dra. Julia del Socorro Cano Sosa, quien agrega que seguirá trabajando con orquídeas pero también con plantas de cacao, e invita a estudiantes, colegas y empresarios a que se acerquen al CIATEJ Sureste para conocer lo que hace y desarrollar nuevos proyectos.