Seguramente, alguna vez has visto que en el mar, las estructuras sólidas como botellas, rocas, muelles e inclusive pequeños seres vivos con concha conocidos como balanos, se ven cubiertas de algo verdoso. La razón es un fenómeno común y natural llamado biofouling.

El biofouling marino es la colonización de organismos epibiontes sobre un sustrato vivo o inanimado, que a su vez puede ser natural o artificial y se da a partir de tres fases que involucran procesos químico-biológicos. Primeramente, se forma una capa de proteínas, polisacáridos y proteoglicanos que permite las condiciones óptimas para la adherencia de microorganismos como bacterias y microalgas y, finalmente se asientan macroinvertebrados como balanos, nematodos y algunos crustáceos. De acuerdo a lo anterior, los organismos pertenecientes al biofouling marino se clasifican en micro, si son microorganismos, y macrofouling cuando se trata de invertebrados.

Gracias a este proceso, se establecen interacciones biológicas en los ecosistemas marinos y, por lo tanto, es clave en las redes tróficas al proveer a otros animales que se alimentan de lo que secreta el microfouling, además, forman pequeños sistemas vivos que con el tiempo se convierten en parte de un ecosistema entero. Sin embargo, este proceso biológico representa una fuerte problemática para el ser humano y el ambiente, ya que coloniza e invade estructuras muy importantes para las actividades económicas.

Casco de barco con fouling marino.

Los principales problemas causados por el fouling marino son la corrosión y la degradación de las plataformas petroleras y los cascos de los barcos, ya que los organismos incrustantes secretan sustancias que deterioran los materiales de los que están hechos los objetos arriba mencionados. Particularmente, en las embarcaciones los epibioentes aumentan el peso de los barcos y/o lanchas provocando que requieran más combustible y, al adherirse pueden ser transportados involuntariamente a ecosistemas ajenos a su hábitat natural, lo que desencadena desequilibrios ecológicos pues, en muchas ocasiones logran adaptarse a las condiciones ambientales y se vuelven especies invasoras.

Ante esta problemática, desde mediados del siglo pasado se han implementado recubrimientos antifouling basados en compuestos químicos (siendo el más común el tributil estaño) que sirven como aditivos para pinturas convencionales. Sin embargo, son tóxicos para la biota marina. Por ende, actualmente se buscan alternativas ecoamigables aprovechando la capacidad que tienen los organismos sésiles marinos como las esponjas y las macroalgas de evitar la incrustación biológica por medio de la síntesis de metabolitos secundarios.

Recientemente, en nuestro grupo de trabajo, se propuso a una macroalga verde común en regiones tropicales como la Península de Yucatán, México llamada Caulerpa verticillata como un potencial recurso proveedor de sustancias bioactivas contra el fouling marino ya que se ha demostrado que el género Caulerpa sintetiza un metabolito secundario denominado caulerpenina, el cual es un sesquiterpeno con propiedades citotóxicas que a altas concentraciones puede matar a otros organismos. Además, es muy abundante en algunas playas del estado de Yucatán. Para tal estudio se utilizó un extracto etanólico a dos concentraciones distintas (una mayor y una menor) y al probarlos in vivo sobre una caja de petri con geles de agarosa se observó una disminución en la abundancia relativa de los epibiontes lo que indica que existe actividad antifouling por parte del extracto y sin duda puede ser utilizado como aditivo en pinturas que sirven de recubrimiento.

Dada la problemática actual del biofouling, este tipo de investigaciones proporcionan más y mejores opciones de compuestos antifouling de origen natural, abriendo camino a la industria de los recubrimientos, estableciendo una solución más amigable con el ambiente y sin dañar a la biota marina.

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