La basura es algo tan cotidiano en nuestras vidas que pocas veces nos ponemos a pensar si alguien puede estudiarla más allá de su división en orgánica e inorgánica o de los efectos dañinos que ésta tiene en la salud humana y el medio ambiente.

Pues bueno, si hay quienes estudian la basura fuera de esos contextos, un ejemplo es el enfoque de la arqueología de la basura, el cual tuvo su inicio en la Universidad de Arizona. Gerardo Bernache e Iván Restrepo son dos investigadores mexicanos que han profundizado en el tema. Ellos explican que este enfoque de estudio emplea a la basura como un insumo analítico de la división social, esto es, la basura generada por las personas ricas no es la misma que generan las personas pobres. Otro ejemplo es el descrito por Oscar Lewis, quién dentro de su concepto cultura de la pobreza estudió los artículos viejos que la gente guardaba en sus domicilios –vecindades casi todas– y que utilizaba en posteriores ocasiones para solucionar un problema. Estos artículos habrían sido desechados por alguien que no precisara de utilizarlos después, ya que podría haber comprado uno nuevo.

Tomando como referencia los trabajos arriba descritos, me surgió la duda de ¿cómo la gente que habita en Sisal emplea la basura en su vida cotidiana? Esta duda surgió después de observar las prácticas de vida de las personas en torno a la basura durante cuatro años. Al ser yo originaria de la Ciudad de México me impresionó lo que aprendí. Primero, las mujeres ocupan todos los recipientes que tienen a la mano para emplearlos como macetas y de ahí obtener hierbas aromáticas para cocinar o medicinales para tratar algún padecimiento de su familia. Otra cosa que pude observar fue que las personas en Sisal utilizan todos los materiales de re-uso que tienen a su disposición para construir separaciones entre terrenos, corrales para animales y artefactos diversos como puede ser una escopeta para completar el atuendo de un niño para el aniversario de la Revolución con un remo roto o utilizar las botellas de plástico vacías como bollas para una red.

El uso que más me sorprendió por su complejidad y efectos para la vida de las personas fue el relleno al humedal. Sisal es una localidad costera pequeña al noroeste del Estado de Yucatán. Se encuentra flanqueada por el mar, la Reserva Estatal “El Palmar”, una ciénega con manglares y terrenos privados para desarrollo inmobiliario. Por estas razones ya no hay tierra donde la gente pueda seguir construyendo sus casas y es por ello que el humedal es rellenado con piedras, troncos, arena y basura. Si bien es cierto que esta práctica trae consecuencias negativas al ecosistema y muy probablemente a la salud humana, no hay que perder de vista que es la única forma con la que cuenta la población de Sisal para hacerse de un terreno para construir casas o criar ganado de traspatio.

La cuestión aquí es ¿qué alternativas hay para que el relleno del humedal se detenga o no se haga con basura y que sea una respuesta favorable a la necesidad habitacional en el poblado?

Recipientes empleados como macetas para la plantación de autoconsumo en un traspatio de Sisal. Nótese la variedad de materiales para su construcción –recipientes de unicel, plástico, líneas para “pulpear”, “jimbas” – (Foto. Ulsía Urrea Mariño, 11/07/11)

Recipientes empleados como macetas para la plantación de autoconsumo en un traspatio de Sisal. Nótese la variedad de materiales para su construcción –recipientes de unicel, plástico, líneas para “pulpear”, “jimbas” – (Foto. Ulsía Urrea Mariño, 11/07/11)

 

Referencias:

Restrepo, Iván., Bernache, Gerardo., Rathje, William. 1991. Los demonios del consumo: Basura y contaminación. Centro de ecodesarrollo. México. 272 p.
Lewis, Oscar. 1982. Los hijos de Sánchez. Carlos Villegas (traductor de introducción). Editorial Grijalbo. México. 521 p.
Foto principal: Alfa PG