Bajo la fresca sombra de un árbol de pich (Enterolobium cyclocarpum), cuyas gruesas raíces sobresalen del suelo abrazando una laja que abarca la superficie que ocuparía un auto mediano, el Dr. Francisco Javier Solorio Sánchez, Ingeniero Agrónomo líder del Cuerpo Académico de Nutrición de Rumiantes y Medio Ambiente en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), nos explica que la semilla de ese árbol es de los mejores alimentos para el ganado bovino en áreas tropicales por la proteína que les proporciona, además de que presenta un potencial para reducir las emisiones de metano, uno los gases de efecto invernadero asociados al cambio climático.

“La gente piensa que las vacas expulsan gas metano a través de las flatulencias, pero esto representa un mínimo porcentaje en comparación a las misiones por respiración”. El Dr. Solorio explica que en los estómagos de los rumiantes habitan bacterias metanogénicas, las cuales producen este gas de forma natural en el proceso de digestión; sin embargo, ha observado que éstas disminuyen al cambiar el tipo de forraje que se le proporciona al ganado, y por consiguiente reducen la producción de metano, lo que a su vez redunda en un menor impacto medioambiental.

“La semilla del pich es muy nutritiva, contiene aproximadamente el 16% de proteína, mientras que el maíz apenas llega al 10%, lo que la hace mejor suplemento para los rumiantes.” A esta comparación, el Dr. Solorio ‒acompañado de Antonio Riveros Cañas, consultor del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA-México) y vinculado al proyecto BioPaSOS, institución interesada en la promoción de actividades del campo y la conservación de la biodiversidad‒, agregan que los árboles de pich, además, producen oxígeno, generan sombra, ayudan al reciclaje del agua, toman los nutrientes de suelos más profundos dejando los superficiales para otras plantas, crecen perfectamente en condiciones climáticas y edafológicas como las de Yucatán, se puede aprovechar su madera y requieren menos cuidados y trabajo que una parcela de maíz o los pastos con los que tradicionalmente se alimenta al ganado.

El Dr. Francisco Javier Solorio es Ingeniero Agrónomo egresado del Tecnológico Agropecuario de Morelia, Michoacán, con Maestría en Sistemas Agroforestales por la Universidad de Aberdeen y Doctorado en Reciclaje de Nutrientes por la Universidad de Edimburgo, Escocia. Nos cuenta que desde hace casi tres décadas se dedica a la restauración y diseño de sistemas ganadero agroecológicos con la integración de los recursos locales y la ganadería, especialmente con el uso de arbustivas multipropósito para mejorar los sistemas de alimentación de animales de granja y buscar estrategias para que la ganadería sea más sustentable al mejorar la calidad de vida de los animales, reducir costos de producción y sobre todo disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, como el metano, el dióxido de carbono y el óxido nitroso.

Tradición y ciencia

Originarios de la Tierra Caliente michoacana, la familia Solorio Sánchez –siete hijos y tres hijas– creció ligada a la vida del campo y Francisco aún recuerda que su madre les decía: “si no son capaces de producir sus propios alimentos, qué se espera que puedan ser como personas”. Esa frase, cuenta, marcó su vida.

Para Francisco y sus hermanos las tareas del campo eran naturales, aprendían de sus padres y por la observación de la naturaleza; sin embargo, uno de los hermanos y él continuaron sus estudios en Veterinaria y Agronomía, respectivamente, lo cual contribuyó a que entendieran de manera científica lo que por tradición hacían.

Francisco Solorio vino a Yucatán en 1989 invitado por su hermano, quien llegó antes para hacer su maestría en el Campus de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la UADY. Casi de inmediato se vinculó a la misma universidad, y narra que además de sus labores académicas ayudaban a cuidar unas tierras, con lo cual conseguían ingresos extra, pero sobre todo trataba de honrar las palabras de su madre de producir sus alimentos.   

Otro momento determinante en su formación fue su contacto con el Dr. Thomas R. Preston, investigador inglés que realizaba una estancia en la UADY. “Él ya hablaba del cambio climático y del impacto que iba a tener en la agricultura y en los sistemas de producción animal. Decía que era necesario rediseñar los sistemas agrícolas, cuidar los árboles y las arbustivas, y que se debería manejar de forma integral con los animales”.

La propuesta del Dr. Preston le interesó porque le daba sustento científico a algo que los Solorio Sánchez ya realizaban de forma tradicional, “entonces pensé que debería propagar árboles y arbustivas para integrarlas a los sistemas de producción animal. De esta forma y con el apoyo del Dr. Raúl Godoy, entonces Director de la Facultad de Veterinaria, empecé a diseñar y promover sistemas ganaderos mucho más eficientes, resilientes y adaptados al cambio climático, sobre todo con menos impacto ambiental”.

Del árido campo henequenero al bosque de ramón

Fotos: Francisco Tapia

A pesar de los casi 40 grados Celsius que marca el termómetro, caminar por el rancho de la familia Solorio Sánchez es muy agradable debido a la cantidad de sombra que generan árboles de más de 20 metros. El Dr. Solorio cuenta que, ya asentados en Yucatán, junto con su hermano se hicieron de 10 hectáreas que habían sido explotadas para la producción de henequén, así que en lo primero que se aplicaron fue en reforestar y poner en práctica el sistema integral que trabajaban desde Michoacán, pero que ahora, con una perspectiva científica, entendían mejor cómo funcionaba.     

“Con el sistema silvopastoril buscamos que haya un equilibrio ecológico”, por ello era importante sembrar árboles que proporcionaran alimento, refugio y protección al ganado que posteriormente integrarían. Pero otro factor determinante para optar por un sistema integral fue el tipo de suelo de Yucatán, pobre en nutrientes y en superficie cultivable debido a la proporción de piedras y laja que contiene.

“El suelo de Yucatán pudiera ser una limitante para la agricultura convencional, dedicada a monocultivos de maíz o sorgo. Tenemos que ser eficientes y aprovechar las ventajas de lo que se da. Debemos adaptarnos a las condiciones, y no adaptar el entorno a lo que queremos”. Por esa razón optaron por reforestar con especies nativas o ya adaptadas a esta región, como el pich, el ramón, la ceiba, el jabín, palmeras, naranjos y varios cítricos más.

El milagro yucateco

Además de árboles, en el rancho promueven el crecimiento de otro tipo de vegetación, como pastos asociados con la leucaena, a la que califica como “el milagro yucateco”. “La leucaena es una leguminosa que puede desarrollarse bien aun en las grietas, entre las lajas o piedras de los suelos de Yucatán. Es una planta maravillosa porque tiene de 18 a 24% de proteína y está muy bien adaptada a las condiciones climáticas y edafológicas de Yucatán”.

Las investigaciones del Dr. Solorio y su equipo han detectado que la leucaena sintetiza el nitrógeno atmosférico, es decir, el que está presente en el aire, y debido a que el suelo yucateco carece de este elemento, la leucaena es fundamental para enriquecerlo y que a su vez otras especies vegetales que viven junto a ella lo aprovechen. “Es un forraje de alta calidad pero que también contribuye a la salud de otras especies vegetales con las que convive”.     

La propuesta del Dr. Solorio y su equipo es diseñar sistemas de producción ganadero en los que los animales convivan con plantas que les proporcionan alimento y refugio, pero que a su vez en el elemento vegetal se genere una simbiosis entre las especies que toman el nitrógeno del aire para llevarlo al suelo y las que lo demandan para convertirse en alimento de gran calidad para el ganado.   

En cuanto al beneficio económico con este sistema de producción, el investigador señala que al contar con el alimento del ganado creciendo en el rancho, el ahorro estimado es del 30%, aunque lo más importante es que incrementa la calidad de la leche y la carne.

“Los rumiantes producen eficientemente entre los 18 y 22 grados Celcius, después de eso hay un desgaste energético. A partir de los 33 grados comienza el estrés calórico en los animales, y por cada grado que aumenta su temperatura puede perder hasta 0.25 litros de leche”. Debido a las condiciones climáticas de Yucatán, el factor sombra es determinante para el bienestar animal, y eso también lo proporciona el sistema silvopastoril.

Finalmente, indica que la resiliencia es otro beneficio asociado a esta forma de producción, pues al contar con mayor diversidad de plantas y animales, los efectos climáticos y de enfermedades tienen menor impacto ya que hay autorregulación. Indica que, si bien los sistemas de monocultivo son más fáciles de manejar, en las condiciones actuales de suelo y clima también son más susceptibles. “Por ejemplo, si tenemos un solo tipo de maíz en monocultivo y llega una sequía de varios días o semanas, lo acabará; pero sí sembramos varios tipos de maíces, unos que crecen más rápido y otros más resistentes a la sequía, entonces morirán algunos pero otros se salvarán”. Esa es una de las razones por las que los monocultivos son más vulnerables, “ya que la biodiversidad es una ley fundamental agraecológica para incrementar la resiliencia en los agraecosistemas, por eso también los monocultivos requieren de más químicos para asegurar su crecimiento”, agrega.

Pero más allá de cualquier beneficio económico, el Dr. Solorio enfatiza que debemos pensar en las ventajas ambientales de la reforestación. Considera que en su rancho los árboles capturan grandes cantidades de CO2 ‒otro de los causantes del efecto invernadero‒ y produce oxígeno, por eso hace un llamado a los ganaderos para que generen sistemas que amortigüen el impacto ambiental que genera su actividad productiva, y a la población en general, a que contribuyamos a reforestar nuestro entorno para mejorar la calidad ambiental, pues cada persona necesita al menos 10 árboles que producirán el oxígeno requerido diariamente.

Si quieres saber más sobre el tema, visita:

http://www.iica.int/es/countries/m%C3%A9xico

http://www.biopasos.com/